Abrió la canilla y otra vez lo mismo. El mismo color, todo revuelto. Franklin Adler se sintió intranquilo. Así que tomó una muestra del agua, supuestamente potable, que salía del grifo de la cocina de su casa de la calle Quito al 2.400 y la llevó a un laboratorio. Cuando recibió el informe corroboró su sospecha. Entonces se sentó delante de una computadora y escribió un correo electrónico, que distribuyó entre sus vecinos. Ellos, a su vez, se lo enviaron a otros. Bastaron unos pocos días para que muchos habitantes de Yerba Buena compartieran el mensaje que él había redactado, en el que advertía que esa agua estaba contaminada.
“Todos habrán podido apreciar la turbidez del agua de la red pública en esta ciudad, durante varios días de febrero. Preocupado ante la permanencia y la repetición del hecho, envié una muestra al departamento de Saneamiento Básico del Sistema Provincial de Salud (Siprosa), para que la analicen. Les adjunto los resultados y la categorización de no apta para el consumo”, escribió el ingeniero Adler, especialista en Hidráulica, en el encabezado de su texto.
Luego explicó que, si bien en los últimos días se clarificó (se redujeron los sólidos en suspensión), más adelante llevará otra muestra, a fin de que nuevamente monitoreen la calidad.
Egresado de la UNT como Ingeniero Civil, Adler se especializó en Hidráulica en 1969. Se desempeñó en la ex Agua y Energía Eléctrica desde 1969 hasta 1985, en la ejecución de proyectos de obras hidráulicas, principalmente en el complejo Potrero del Clavillo, presa el Bolsón y estudios para el Alto Río Bermejo (ríos Pescado e Iruya). Fue director del Laboratorio de Construcciones Hidráulicas de la Facultad de Ciencias Excactas de la UNT hasta 2003.
En el documento que el Siprosa le entregó a Adler se lee que la muestra de agua que presentó no es apta para el consumo humano en los parámetros bacteriológicos analizados, según lo que establece el Código Alimentario Argentino (CAA).
En ese análisis, los bioquímicos evaluaron, entre otros valores, la potencial cantidad de coliformes, escherichia y pseudomonas aeruginosa, que son unas bacterias.
Si bien no detectaron escherichia ni pseudomonas, sí observaron coliformes totales. El límite para esos microorganismos -establecido por el CAA- es de menos de 3 en 100 mililitros, pero hallaron 16 en 100 ml.
En aguas tratadas, los coliformes totales funcionan como un alerta de que hubo una contaminación sin identificar el origen. Indican que pueden haber sucedido fallas en el tratamiento, en la distribución o en las propias fuentes domiciliarias. Los coliformes fecales, en tanto, son un subgrupo de los coliformes totales. “Ahora habría que determinar si se trató de coliformes fecales, lo que pondría de manifiesto una contaminación con líquidos cloacales, algo bastante problable a la luz de los problemas de la red cloacal en este municipio”, conjeturó Adler, al ser consultado por LA GACETA.
La doctora Graciela Ojeda (jefa del departamento de Saneamiento Básico del Siprosa) cree que no se trata de bacterias fecales. Además, aclaró que el documento que lleva su firma no es representativo de la calidad del agua yerbabuenense. “Se trata de una muestra puntual. Refleja la situación de un sitio y de un momento en particular. No se trata de la generalidad del agua en ese municipio”, dice.
En seguida, afirma que desde ese organismo se hacen muestras de rutina todo el año, en las distintas localidades de la provincia. “Contamos con un programa de vigilancia de la calidad del agua”, detalló.
- ¿Cuáles son los riesgos de beber el agua que fue analizada?
- Depende de las condiciones de quien la consume. Es como ir a un restaurante y comer un sándwich que no se encuentra en buen estado. Puede que a algunos comensales les caiga mal, y a otros, no.
“Nuestra función es vigilar la calidad del agua que se distribuye, para evaluar si existe algún riesgo para la salud pública. En caso de que así sea, informamos al Ente Único de Control y Regulación de los Servicios Públicos de Tucumán (Ersept). Ellos, a su vez, le solicitan a la gente de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) que corrija determinada situación”, sostuvo Ojeda.
Protocolos
Desde la SAT, en tanto, aseguran que se efectúan unas 6.000 muestras anuales en todo el territorio provincial. Consultados sobre este caso en particular, los voceros de la empresa no se pronunciaron, pero advirtieron que un proceso de recolección debe seguir protocolos internacionales, que existen distintos parámetros para medir la contaminación, y que siguiendo esos protocolos harán estudios en la zona señalada.